martes, 26 de abril de 2011

Parte 1.1

Me habían dicho que la finca de los Argüelles era bonita, grande, poderosa, pero todo se quedaba corto en comparación a lo que estaban viendo mis ojos.
Al fondo del camino se podía percibir una valla enorme en la que con forme me acercaba se distinguía el apellido Argüelles-Cuetos forjado en el acero. La valla ya en sí me parecía digna de admiración pero cuando ésta se abrió para dejarme paso es cuando mis ojos creían estar soñando despiertos.
Había un camino muy largo desde la valla hasta la casa y éste estaba acompañado por grandes árboles y densos paisajes en los que la mirada engañosa podía perderse con increíble facilidad. Al final del camino, la casa que tanto ya esperaba.
Habían unas enormes escaleras exteriores que daban paso a un porche gigantesco con nueve imponentes columnas y en el centro, una grandiosa puerta de madera en el que se podía ver las iniciales de los apellidos de los dueños de tal maravilla arquitectónica. Pero eso no era nada, al entrar, un enorme recibidor, cálido y con colores campechanos parecía acogerte con la misma ternura con la que una madre acoge a su hijo y al continuar, según me había dicho Felipe, me encontraría el salón, pero esa área, a no ser que hubiera una fiesta o un evento en el que tuviera que estar presente, a mi, me quedaba restringida.

- Bien Gabriel, ya estás en la mansión. Al fondo, como ya te he dicho, está el salón, pero a no ser que tu presencia se requiera en esa parte de la casa, no debes entrar, al igual que en las habitaciones de los señores. Resumiendo, lo único que debes pisar son los campos, las caballerizas, la cocina y tu habitación que está en la cabaña que limita casi con la valla de la finca.
Las escaleras que ves a la izquierda, llevan a las habitaciones de los señores y de invitados y ahora, baja por esas escaleras de la izquierda y encontrarás la cocina. Allí te darás a conocer a Dolores y ella te indicará todo lo que aquí tienes que hacer.
- Muchas gracias don Felipe. Dios le pague todo lo que ha hecho por mi.
- Que seas tu, el que te pagues a ti mismo sacando adelante a tu familia que por lo que a mi respecta, Dios no tiene nada que pagarme.
- Gracias igualmente don Felipe.
- Bien, date prisa que hay muchas cosas por hacer y te espero en la viña en tres horas.

Siguiendo la orden de don Felipe bajé a la cocina y pregunté por Dolores a una chica que estaba limpiando pescado en la cocina.

- Perdone, ¿por alguna casualidad, no será usted Dolores?
- ¿Dolores?, ¿yo?,-dijo con una gran carcajada-. No, no, yo no soy Dolores. No me eches tantos años que debo tener la misma edad que tu. Me llamo Pilar, tu debes de ser Gabriel, ¿verdad?.
- Si, soy Gabriel. Ya me extrañaba a mi que usted fuera la ama de llaves.
- ¿Y por qué es de extrañar?,-dijo en tono ofendido-.
- Porque es usted muy joven. Pero perdone mi torpeza no era mi intención ofenderla. Ya sabe usted, uno, nace torpe y luego es muy difícil enmendarlo, así que ruego que me disculpe.
- Disculpas aceptadas, de todas maneras no te preocupes, era una broma, no estaba ofendida y por favor, tuteame, que al fin y al cabo, vamos a empezar a trabajar juntos. Bueno, dejemos de hablar y sígueme, yo te llevaré con Dolores.

Pilar era una joven bastante atractiva. Tenía mi misma edad y casualmente habíamos nacido el mismo día. Era morena, de cabello muy oscuro y de ojos verdes, su tez parecía suave al tacto aunque sus manos estaban muy estropeadas de trabajar.
Durante el pequeño trayecto que lleva desde la cocina hasta la lavandería me contó que llevaba desde los nueve años trabajando para los Argüelles y que si era tolerante y tenía bien en cuenta mi posición, acabaría acostumbrándome al trabajo en la finca y al poco trato que los sirvientes teníamos con los señores.

- Pues bien ya hemos llegado, espera un momento aquí Gabriel.

La puerta de la lavandería estaba cerrada pero al abrirla, Pilar dejó un pequeño trozo abierto y la pude ver hablar con una mujer que enseguida supe que era Dolores.

Dolores era una mujer corpulenta, morena y con el cabello recogido en un moño. Las marcas de la edad ya se hacían notorias en su cara y sus manos y viendo como hablaba con Pilar, me daba cuenta de que tenía un carácter un poco peculiar, un poco estricto, pero a todo se puede acostumbrar uno.

- Bien así que tu eres Gabriel, ¿no?.-dijo observándome de arriba a bajo como si fuera diferente a lo que ella creía-.
- Si señora. Don Felipe me dijo que viniera a buscarla para que...
- Sé muy bien lo que te ha dicho Felipe y sé muy bien para que has venido a buscarme ya que también sé muy bien cual es mi tarea aquí.-dijo cortándome al hablar-. Así que coge tus cosas y vete a la cabaña de los peones. Pilar te acompañará, pero antes, debes saber las normas:
1ª No se puede entrar a las estáncias de la casa que estén restringidas a los peones, es decir, todas menos la cocina, la lavandería y las áreas de trabajo.
2ª No se les puede dirigir la palabra a los señores a no ser que ellos te la otorguen al igual que no se les puede mirar directamente a los ojos a no ser que ellos te den permiso.
3ª Deberás únicamente dedicarte a trabajar y a obedecer todo cuanto don Felipe, mediante la palabra de los señores, te ordene.
4ª Las comidas para los peones serán dadas en la cocina y estás serán:
- Desayuno a las seis de la mañana.
- Comida a la una de la tarde.
- Cena a las ocho de la noche.
5ª Si faltas al recuento de trabajadores a las seis de la mañana, el retraso y la falta te serán sancionadas con la restricción total de tu sueldo de una semana.
6ª Nunca entrarás por la puerta principal, sino por la puerta de servicio. ¿Está todo claro?.
- Si, señora.-dije con tono irónico al ver tanta norma y tanto orden-.
- ¡Y sin ironías!.

Después de que se fuera me quedé a solas con Pilar y nos pusimos camino a la cabaña de peones.

- Un poco estricta Dolores, ¿no crees?.-le dije a Pilar-.
- Hombre es lógico, es su trabajo, pero no te dejes fiar por la apariencia externa. Dolores, aunque no lo parezca tiene un gran corazón detrás de esa coraza de mujer dura y estricta, tan grande que no le cabe en el pecho.
- Pues si, tienes razón, no lo parece nada.-dije con una pequeña carcajada-.
- Lo digo enserio. Cuando era pequeña mis padres desaparecieron, o murieron, todavía no lo sé y tampoco me importa, pero a diferencia de ti, yo no tenía unos tíos que me cuidaran. Me crié en un orfanato. Un lugar frío, sin amor y sucio. Lleno de llantos de niños que tan solo necesitan sentir el calor de una madre y la ternura de unas palabras que les hagan sentir queridos.
Un día sentí que ya no podía más, que prefería morirme a seguir estando en ese infierno, y Dolores me recogió. Me trajo aquí y aún fría, fue y es para mi lo más parecido a una madre. Por eso era y es lo que más quiero en este mundo. Con forme pases aquí tus días te darás cuenta de que es una bellísima persona y acabarás queriendola aún con su genio, como todos los que trabajamos aquí, porque perfectos, perfectos no somos nadie Gabriel.
Su cara parecía melancólica, como retomando un dolor pasado, un veneno antiguo que ahora al provarlo le hacía más efecto y me apiadé de ella. La conocía de apenas unas horas pero con sus ojos me estaba gritando la necesidad de sentir afecto e impulsivo la abracé. La abracé fuerte y no dejé que se separara de mi.

- Lo siento mucho Pilar. Perdóname, no he querido lastimarte, nunca querría hacer eso. Eres un ser maravilloso y sería un completo estúpido si fuera capaz de lastimarte.

Esas palabras y esa demostración de cariño habían sido el mejor antídoto para su dolor, sus ojos brillaron por primera vez y su sonrisa apareció primeriza y temerosa, sabiendo que no sería la última vez en que se mostraran ante mi, y así lo deseaba.
Al tiempo llegamos a la cabaña y ella volvió a la casa donde las sirvientas tenían sus habitaciones en unos pequeños cuartos subterráneos al lado de la cocina.





2 comentarios:

  1. Es genial, la verdad, he leido libros publicados bastante peores que lo que escribes, deberias mandarlo a una editorial, si consigues dirijir la historia bien seguro que te lo publican...

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  2. Gracias por el comentario Eli!
    Por ahora no tengo en mente enviar nada a una editorial, no creo ser un escritor con la suficiente calidad literária pero tal vez algún día me anime.
    Muchas gracias otra vez.

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